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¿Culpas a tu madre de casi todo lo que te pasa? Hay una explicación

Huérfanas de madre: la relación madre-hija en el patriarcado

 

Cuenta la mitología que Démeter, diosa de la agricultura, vivía plácidamente con su hija Perséfone. Un día, Perséfone fue raptada por Plutón, el dios del inframundo que se enamoró perdidamente de ella. Démeter no podía creerlo, viajó sin cesar, se disfrazó de anciana e hizo lo imposible para rescatarla. Ante la desesperación y la tristeza, usó su poder para frenar las cosechas y el crecimiento de los frutos con el objetivo de ser escuchada y de encontrar a su hija.

 

El universo colapsó. Nadie podía vivir sin frutos y cosechas. Esto hizo reaccionar a los dioses y tras una disputa con Plutón, éste decidió entregarla. Sin embargo, descubrieron que Perséfone se había alimentado de frutos del jardín de Plutón y esto hacía que quedara atada a él. Tras una negociación, llegaron al acuerdo de que Perséfone pasaría seis meses con cada uno de ellos. Por este motivo, ahora tenemos estaciones y durante seis meses del año no crecen los frutos, porque es el tiempo que Perséfone pasa con Plutón. Los seis restantes vivimos la alegría de recoger la cosecha y la plenitud que es cuando Démeter puede por fin vivir con su hija. Me encanta esta preciosa metáfora de las estaciones del año. Pero, ¿habéis visto qué historia tan poderosa sobre el amor maternal? ¿Verdad que hay muy pocas historias como ésta en nuestra cultura?

 

 

Sabéis que me apasiona el mundo de lo femenino y desde mi lectura de “Las mujeres que corren con lobos” y “Mujeres y Locura” o incluso, “Apegos Feroces” (novela que recomiendo encarecidamente), recurro a las narraciones y a la mitología antiguas para poder identificar arquetipos que me ayuden a entender nuestra historia como mujeres en esta sociedad y cómo se configura el universo de lo femenino.

 

 

 

Cuál fue mi alegría cuando Phyllis Chesler, en su gran libro “Mujeres y Locura”, la biblia de la historia terapéutica de las mujeres, cuenta esta leyenda centrándose en la relación madre-hija. Chesler dice que solamente encontró historias de compasión y amor entre la madre y la hija en la mitología grecorromana y cree que existe una ausencia de referencias culturales que hablen de la importancia de esta unión. Chesler dice que en terapia comenzó a ver mujeres que se sentían muy solas y desprotegidas por las demás mujeres, empezando por su madre, a la que culpaban de no haberles proporcionado un amor y una comprensión desde el punto de vista del género. Sin embargo, existen infinidad de historias y mitos en los que los hombres están siendo constantemente por su madre y por las presencias femeninas. Coincido con ella. En terapia esto lo veo mucho y he tratado de averiguar cómo podemos mejorar la relación con nuestra madre.

 

Esta estructura familiar también se ve en la película “Parásitos”. Si la habéis visto, comprobaréis que la relación que tienen la madre de la familia Park y su hija es casi nula. La niña le reclama en una ocasión que le hace la cena a su hermano, pero no se preocupa por ella. Es la reproducción de la familia patriarcal en el que las mujeres se sienten abandonadas, aunque esto no se produzca de manera intencionada.

 

¿Quién se acuerda de cómo le contó a su madre cuándo le vino la menstruación? Muchas madres, tristemente, no han celebrado con libertad y alegría la llegada de sus hijas al mundo adulto porque se han criado en un machismo más cerrado que el nuestro. Celebrar la menstruación, el paso de niña a mujer se ha vivido, en algunos casos, como algo a escondidas. ¿Ser mujer no es algo a celebrar, a festejar o de lo que enorgullecerse?

 

Las heridas que nuestras madres tienen o las emociones tabú que no se dejaban ellas sentir (hay clientes que me dicen: mi madre nunca se enfadaba, nunca contaba qué necesitaba) nos muestran que nuestra relación es, en ocasiones, muy compleja y que está llena de matices y dificultades que nos entorpecen una relación auténtica con ella.

 

En terapia compruebo que el amor incondicional, el apoyo y la compresión que una madre brinda a su hija es esencial para el desarrollo afectivo y emocional de la mujer. El hecho de sentirse cuidada por una mujer es algo que las mujeres echan en falta porque la sociedad nos educa para cuidar de los demás y no recibimos ese amor nosotras mismas. Las mujeres viven la herida de no haber sido cuidadas y las madres y las hijas sufren las consecuencias de esa falta de apoyo y culpan a sus madres de muchos de los conflictos emocionales por los que navegan (aquí un repaso de esta relación en el cine como en la película Lady Bird).

 

 

Además, hay mujeres que han sentido la protección de su madre hacia sus hermanos varones o maridos más alta que hacia ellas mismas que por su “supuesta madurez” han sido criadas de una manera menos afectiva. En un mundo en el que ser mujer es complejo, es cada vez más necesario el “mimo”, el afecto femenino como algo central de nuestro mundo emocional. El cuidado y la protección que nos brindamos entre nosotras es clave para nuestro desarrollo como personas. Por cierto, hablé un poco de cómo gestiono la relación de pareja y con mi hija desde que soy madre aquí, en el blog de la fotógrafa Marta Clotet.

 

El otro día, tuve la oportunidad de hablaros desde este tema desde la cuenta de Instagram @escuelaperifericas donde realicé un directo para contaros qué ocurre en la relación madre-hija teniendo en cuenta el sistema patriarcal. ¿Por qué no perdono a mi madre y le miro todo con lupa? Sería una pregunta no solo personal, sino política.

 

 

¿Podremos ser capaces de entender y abrazar a nuestras madres? ¿Podremos como madres dar ese afecto de sororidad hacia nuestras hijas? Perdonemos a nuestra madre, abracémosla, celebremos la feminidad. Arropémosla con sororidad y amor. El futuro de lo femenino depende de ello. ¡Feliz día de la Madre a todas!